viernes, 8 de julio de 2011

-Prometo no peinarle nunca la ceja a nadie como te lo estoy haciendo ahora a ti.

Sentía sus suaves dedos avainillados acariciar mi frente. Resultaba como si hubieran bajado progresivamente el sonido del mundo. Mis ojos cansados oían las formas que creaban sus promesas. A unos centímetros de mi nariz se dibujaba una casi imperceptible sonrisa, una pequeña curvatura en unos labios satisfechos, deseosos de cercanía. Dedos que descendían y cosquilleaban mis pestañas, las comisuras de mis ojos. Como una fina brisa salada sus cuarteados labios rozaban mis pómulos.




Sobre mi pelo entre sus finas manos yacía el descanso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario