viernes, 17 de diciembre de 2010

De nuevo volando. Me paro a mirar a mi alrededor y me fijo en los demás pasajeros, en sus movimientos, en sus facciones. Trato de imaginar en qué podrían estar pensando y cual podría ser su realidad; tan ajena a la mía.
Recuerdo lo que solías decir de la danza y los movimientos de los seres, vitalidad, pasiones...

jueves, 9 de diciembre de 2010

Se trata sobretodo del factor sorpresa

Llegué a casa cansada del mareo mental que crecía cada vez más en mis neuronas. Me acosté y traté de mantenerme ocupada leyendo silogismos. Pronto cayó el peso de mis pensamientos sobre las palabras escritas.

Amanecí de buen humor.

Se trataba más que nada de mantenerse alejada de la sociedad. De ver la vida, el mundo desde un punto de vista menos humano, un punto de vista animal. Creí que jamás sería capaz de hacerlo, sabía que no podía vivir sin arte, sin música, cine… Así que preparé una maleta con lo mínimo indispensable: una buena cámara muchos discos y pelis y un pequeño reproductor, un par de camisetas unos vaqueros, calcetines, bragas, un pulóver y un cepillo de dientes.




miércoles, 1 de diciembre de 2010

De vuelta a la realidad

Me encanta viajar en avión. Es esa sensación de libertad que me invade. Me siento ligera, como si unas alas imaginarias me brotaran en la espalda y como comienzan a batirse para mantenerme en alto. Miro para abajo y me fijo en los coches y las luces de las calles y las casas hacerse pequeñitas, diminutas, microscópicas. Pienso, me imagino a cualquier persona caminando bajo la sombra de mi cuerpo, paseando a su peludo y simpático san bernardo, una pareja en el retiro agarrados de la mano unos niños jugando en un parque, todos ellos ahora mismo un simple punto en un mundo de diminutos puntitos para mi.

Te extraño, me levanto con tu pensamiento y me acerco a la caja química a la que suelen llamar baño en los aviones. Me lavo las manos, me mojo la cara...

A veces, en la ducha siento. Siento todas y cada una de las gotas gordas y pesadas que caen sobre mi cuero cabelludo y deseo ser una de ellas. Poder recorrer cada esquina de tu cuerpo, cada poro de tu piel. Poder deslizarme por tu pelo y rodar sobre tu respingona nariz saltando y delicadamente caer en tus labios, golosinas para los míos. Quiero ser esa gota para que cuando la sientas, tu lengua conocedora de mi presencia, me saboree y me haga una gota más de agua en tu saliva.

Quiero ser una de esas gotas para rodear tus orejas y derramarme sobre tu hombro, desperdigarme, romperme en ti. Una parte de mi acariciaría con tremendo cariño tu bronceada espalda hasta llegar a su final donde descansaría para continuar mi viaje por tus piernas largas y finas finalizando en tus pies donde ya cansada, dormiría acurrucada entre esos dedos que muy a tu pesar me encantan. Otra parte de mi rodearía tu cuello, rozaría tu pecho, tus abdominales, besaría tu entrepierna y gotearía para hundirme junto a muchas otras gotas que como yo mueren felices. Continuaría cayendo sin importarme mi destino, por túneles oscuros y húmedos con una mente libre, al fin, blanca, limpia.

Observo mi reflejo, y lo recuerdo en tus pupilas, te extraño.