martes, 5 de abril de 2011

Bajé aún adormilada...




Con un aire de timidez, esbozaste tu sonrisa nacarada y tus pecas parecían bailar al tiempo que me brindabas los buenos días.
Ya te habías aseado y tu aterciopelada piel desprendía un suave aroma a violetas. Desde la cama no había escuchado el tintineo de tus movimientos en el baño.
Llevabas un vestido blanco de voile y encaje y en tu cabeza una diadema de margaritas de ganchillo que despejaban tu pelo dorado.
Conseguí despertar del todo cuando me dí cuenta de que me estabas regalando mi mañana favorita.






*Oysho



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