sábado, 12 de febrero de 2011

Y, ¿dónde estás, donde se guarda tu cálida voz de madre-mundo? En el cotidiado quehacer de hacer hogar. Con tu vuelo caprichoso de eterna abeja con tu esencia vital de madrugadas. Con tu pequeñez en la inmensa claridad. Llenas las cosas sencillas, madera y lumbre de la hoguera.



*Nelia Duménigo.

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