Se acabó el verano...

Siento el sol en la cara, y mis ondas playeras ondear al ritmo de la brisa marina. Me acomodo hacia un lado y apoyo todo mi peso en mi lateral izquierdo haciendo presión en la arena. Me duele la cadera, pero así te puedo mirar. Tus ojos descansan bajo el dulce calor anaranjado de un verano inolvidable.
Recuerdo la sal en tus pestañas cristalizarse a medida que la humedad se evaporaba. Quedabas seco, expectante, como esperando que sin más, te rociara un chaparrón de agua dulce y te aseara.
Tu mano aún esperando el chaparrón dormía sobre mi pecho desnudo y tus pies jugaban con la arena inconscientemente.
Cansada de mirarte con deseo, decidía tocar tu pelo rizado. Este se enredaba entre mis dedos como si no quisieran que me alejase... Quería creerte, confiar en tus palabras.