Y, ¿dónde estás, donde se guarda tu cálida voz de madre-mundo? En el cotidiado quehacer de hacer hogar. Con tu vuelo caprichoso de eterna abeja con tu esencia vital de madrugadas. Con tu pequeñez en la inmensa claridad. Llenas las cosas sencillas, madera y lumbre de la hoguera.
*Nelia Duménigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario